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Entre los lugares que más curiosidad me despertaban de México estaba el estado de San Luis Potosí, pero por diferentes razones el viaje a esa parte del país se fue postergando para más adelante.

 

 

Hace unas semanas nuestra amiga y colega Irene de Crónicas de una argonauta, nos invitó a unirnos al viaje que ella iba a realizar con una amiga por el estado de San Luis Potosí en auto. De inmediato dijimos que sí. Esta era una aventura que se presentaba con múltiples desafíos y todos nos resultaban interesantes:

 

Viajar en grupo

 

Cuando comenzamos el viaje, en el año 2012, éramos 4. Pero dicho equipo solo duró algunos meses, y desde entonces nunca más habíamos intentado viajar en grupo. En este viaje no sólo íbamos a compartir tiempo con Irene, también con Lili a quién solo habíamos visto fugazmente una vez en Tulum. San Luis Potosí era un experimento, todo podía salir bien o todo podía salir muy mal.

Por suerte se armó un lindo grupo y nos divertimos muchísimo. Con el correr de los días fuimos ganando confianza, hasta llevarnos como hermanos.

 

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Llegando a Real de Catorce

 

Moverse en auto

 

De transportes públicos, pasando al auto-stop y la bicicleta nos faltaba saber cómo era eso de moverse en un vehículo motorizado. Aquí algunas conclusiones que arrojó el viaje a San Luis Potosí en auto…

Claramente es muy cómodo. No te expones al viento, ni a la lluvia, ni al mismo peligro que en una bici cuando un camión pasa muy cerca de ti. Como ni Irene ni yo manejamos, la mayor parte del tiempo podíamos jugar en la parte trasera del auto o dormir.

Como les conté en Comer, dormir, trabajar en bici, el principal gasto es la comida. En cambio en auto, la gasolina se lleva la cuota más grande. Y si en bicis llegas hasta donde tus piernas puedan, en auto (creo) es hasta donde el bolsillo lo permita. En nuestro caso, el hecho de no tener la necesidad de guardar todas las cosas que cargas, hizo que el auto se convirtiera en un armario móvil (preferimos no poner fotos del desastre que era porque nos da vergüenza)

Pero también es muy importante estar atentos a las señalizaciones. No es lo mismo equivocarse y tomar el camino equivocado en bici que hacerlo en auto. Además de que en bicicleta tienes mucho más tiempo para leer los carteles y no terminar en cualquier lado. Lo que da lugar al siguiente item…

 

Perderse en el desierto

 

Esto no estaba en nuestros planes iniciales, claro está, pero el primer día se nos hizo de noche cuando íbamos camino a Real de Catorce y terminamos tomando un viejo camino. Acabamos en otro pueblo llamado Estación Catorce. Pero la gente del lugar con la que hablamos nunca nos comunicó que había dos caminos. Sólo nos dijeron que el camino que llevaba de ese pueblo a Real de Catorce estaba en reparación. Aunque, si seguíamos el curso del río llegaríamos a destino. El no- camino era de terracería. A esas horas y con auto cada metro era una odisea a superar. Como era de esperarse y teniendo en cuenta que eran las 11 de la noche: nos perdimos. Terminamos acampando muy cerca de un poblado llamado Los Catorce. A la mañana siguiente nos levantamos y regresamos por donde habíamos llegado, retomamos ruta y descubrimos que la entrada turística a Real de Catorce tenía un cartel GIGANTE que ninguno de los 4 vimos. Por suerte todo lo que pasó esa noche nos causó más risa que desesperación y dio bautismo a lo que sería este viaje…

 

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Caminando por Real de Catorce (al día siguiente)

Animarse a hacer actividades de deporte extremo

 

Una de las actividades que nos propuso Irene fueron hacer rafting y rappel. En los próximos días les compartiré un post completo de estas experiencias que representaron la superación de varias fobias y miedos. Por lo pronto les diré que estuvo increíble y que lo volvería a hacer.

 

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El Día que hicimos rafting en el Río Tampaón. Como esto fue TODA una experiencia tiene dedicado un post completo

 

 

La comida

 

Sí, la comida se volvió todo un reto. Ni Camilo, ni Irene ni yo comemos alimentos de origen animal, por lo que encontrar comida en una región en que la mayoría de los platillos contienen carne animal era todo un problema (Si quieren saber más al respecto pueden leer el post Ser vegano y viajero). Lili  se llevó la peor parte cuando una mañana, en la capital del estado, estuvimos de aquí para allá intentando encontrar un lugar para comprar frutas. En resumen, nos la pasamos comiendo puras gorditas de nopal, frijol y papa. Por lo que luego de 10 días a puras gorditas, no deseo comerlas de nuevo por un largo rato.

 

El día que nos quedamos sin gasolina

 

Camino a Ciudad Vallés los cálculos de combustible de la conductora y su copiloto fallaron y quedamos en el medio de la carretera. Por suerte, íbamos por la de cuota y recibimos asistencia.

 

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En la carretera con el hombre que nos ayudó

 

La paciencia de Lili 

 

Sí! Toda una mártir en este viaje a San Luis Potosí, que manejo casi todo el trayecto. Que además, tenía que soportar los absurdos juegos como «un barquito japonés». Nota aparte de este tema: ¡Irene era muy mala jugando!

¡Alabada sea Lili! que no refunfuño ni una sola vez cuando la paseábamos de un puesto a otro hasta encontrar con el que tuviera algo para comer que no fuera carne.

 

Conclusiones finales

 

¡San Luis Potosí me encantó! Desearía regresar a recorrerlo con más tiempo y en temporada baja para disfrutarlo mejor. Por momentos nos encontramos en lugares como el Jardín Surrealista de Edward James, donde apenas se podía respirar. Nos quedaron muchos lugares por conocer, pero teniendo en cuenta que teníamos los días contados preferimos ver poco pero hacerlo bien.

 

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Último día en la Ciudad de San Luis Potosí

 

¡Viajar en grupo es muy divertido! Es necesario que todas las partes estén en búsqueda de algo similar para que no haya conflictos. Por suerte, nosotros queríamos tranquilidad y conocer destinos naturales. Tan satisfechos quedamos del grupo que se armó que esperamos repetir en Oaxaca para la Celebración de Día de Muertos 🙂

 

 

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Somos Gabriela De Marcos y Camilo Peña, una argentina y un mexicano que en el 2012 hicimos del viaje un estilo de vida. Nos gusta viajar lento, vivir en armonía con la naturaleza y compartir experiencias y relatos de viajes.

Comments:

  • 8 agosto, 2017

    Era un camión japonés!!! Y no soy tan mala jugando a este juego como rappeleando. Seguro que aún está el rastro de mis botas en la pared.
    Que se arme otro viaje! Pero, por favor, cambiemos de juego :s

      • Silvina De Marcos

        9 agosto, 2017

        No se llama «Un barquito japonés» ???

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