Llegamos a Oaxaca un martes por la tarde, apenas nuestras bicis hicieron la entrada a la ciudad fueron el foco de múltiples fotos. No había tiempo de explicar nada ni de mostrar las postales, porque apenas conseguían la imagen se iban.

 

 

Gracias a Lio y Noe de Hilando América, conocimos a Carolina (norteña de nacimiento, oaxaqueña por elección) concretamos un punto de encuentro y nos guío con su auto hasta su casa en las afueras de la ciudad. El camino era de terracería y en su gran mayoría en subida, por lo que se ofreció a llevar las alforjas en el auto para que no tuviéramos que lidiar tanto.

 

 

Nota mental: Si bien siento mejoras paulatinamente, sigo esperando el momento en que ya no me quede sin aire a causa de los caminos en subida constante.

Apenas vimos la casa, quedamos enamoradxs! Hecha en adobe, con vista a las sierras, rodeada de árboles y con un único canto de acompañamiento: el de los pájaros. Los días que es sucedieron tuvieron como dinámica desayunar, bajar del cerro para perdernos entre sus calles mientras conocíamos mercados, museos y centros culturales.

 

 

Oaxaca de Juárez, nombre que proviene del náhuatl Huāxyacac y que significa en la punta del huaje (y que hacía referencia a un árbol que abundaba en estas tierras)  está ubicada en los Valles Centrales. Es la más extensa y poblada de las ciudades del Estado y centro económico y cultural del mismo.

 

 

 

Hay una manera especial en que el sol se posa sobre las paredes que me trae irremediablemente recuerdos de nuestro querido San Cristóbal de Las Casas. Nos preguntamos cual es el punto de encuentro de los artesanos. En el pueblo mágico chiapaneco eso está fácil, sólo hay dos andadores (peatonales) donde sabes que te cruzaras tarde o temprano con todxs. Pero aquí no, la capital oaxaqueña tiene otra distribución. Hay casi tantas iglesias como en Potosí, observo las piedras y noto que fueron hechas sobre los cimientos de las culturas prehispánicas. Me acerco para ver si descubro alguna figura zapoteca en alguna pero no encuentro nada. Me queda un sabor amargo…

 

 

El domingo nos invitan a conocer el Mercado de Tlacolula. Este fascinante lugar se establece los domingos en la calle principal del poblado, y acuden al mismo indígenas de todos los pueblos de los valles centrales de Oaxaca.

 

 

 

Con el caos característico de estos lugares, nos perdimos entre los puestos para probar cacao amargo, comprar frutas y legumbres a un precio mochilero alucinante.

 

 

Nos enteramos que el famoso chocolate oaxaqueño es en realidad oriundo de Chiapas y de Tabasco, que es la preparación que se le da aquí lo que le da la celebridad. En un momento Carolina se detiene a comprar una especie de licuado, que penas probamos se convirtió en nuestro nuevo desayuno favorito! En tiempos prehispánicos era llamada la “bebida de los Dioses Zapotecas”, conocida hasta la actualidad con el nombre de téjate. Esta joya de la gastronomía oaxaqueña ha sobrevivido al paso del tiempo por más de 3500 años, heredando la receta tradicional de generación en generación. No puede más que sonreír, esta bebida era el símbolo de una cultura viva, que había más fuerte que la colonización y la religión.

 

 

Tanto nos gustó que nos tomamos tres vasos de este deleite híper nutritivo. Antes de regresar a la ciudad pasamos a conocer el Árbol del Tule. ¿Qué tiene de especial? Pues es el árbol con el diámetro de tronco más grande del mundo. A falta de no poder abrazar su tronco (hay una cerca que te lo impide, y además está prohibido) abracé algunas de sus ramas. No pude más que sentir respeto ante tal sabio ser.

 

 

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Nos queda todavía mucho por conocer en el centro de Oaxaca antes de lanzarnos a la carretera que nos llevará a conocer las famosas playas del estado. Nuestra intención es vivir la Celebración de Día de Muertos, aquí en el centro.
Mientras seguiremos intentando descubrir más de este lugar de colores y aromas tan variados…

 

 

 

Algunas recomendaciones para Oaxaca de Juárez

 

Qué visitar:

 

• Museo de Arte Prehispánico de México Rufino Tamayo: Abierto todos los días (excepto los martes) de 10:00 a 14.00 y de 16:00 a 19:00 hs. Los domingos de 10:00 a 15:00 horas. Admisión general: $40 Pesos. Dirección: José María Morelos n° 503.
• El Mercado de Tlacolula: Solo los domingos, salen combis del centro de la ciudad. Costo por persona: 20 pesos mexicanos.
• Árbol del Tule: Abierto al publico todos los días. Entrada por persona: 10 pesos mexicanos.

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Qué probar:

 

• Tejate: Lo venden en todos los mercados. Hay de coco o de cacao ( a nosotrxs nos gustó más esta última) La medida más pequeña cuesta 10 pesos mexicanos
• Arroz con mole: Hasta ahora me gustó más el rojo.
• Pozole: Es una especie de sopa, a base de maíz (muy nutritiva y calórica, ideal para combatir el frío)

 

Donde dormir: 

 

• Hostal Zipolite: Incluye Wi-fi, agua caliente las 24 horas, cocineta ( es decir no tienen horno) agua purificada, lavaderos y estacionamiento. Habitación privada a partir de 90 pesos mexicanos. Arteaga Núm 100, melchor ocampo núm 701, Oaxaca

• Hostal Luz de Luna Nuyoo: Tienen una propuesta eco-friendly ya que recogen agua de lluvia, las duchas son solares, reciclan y recolectan los residuos. Dormitorio a partir de 136 pesos mexicanos y privadas a partir de 170. Desayuno incluido. Cocina y Wifi. Ubicado en Avenida Juárez No. 101, Zona centro, Oaxaca.

 

 

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