Hace 2 años, el 14 de diciembre de 2012 nos pusimos como fecha salir de Buenos Aires en tren y con rumbo Norte. No teníamos ni idea como se daría todo y mucho menos cómo terminaría y donde. Y que en realidad, nada terminaría sino que todo empezaría. Y aquí estamos en el sur de México, comprendiendo que viajar no se trata de moverse de un lugar a otro, se trata de algo más, mucho más complejo e inexplicable …

 

 

Recuerdo que comenzaba el 2012 con cambios rotundos: había abandonado la carrera de Historia del Arte, había cambiado de trabajo y de ciudad. Nada de esto me asustaba o atormentaba, al contrario, por fin sentía que todo estaba fluyendo, que estaba “en camino”. Me sentía plena porque estaba finalmente convencida de algo: a fines de ese año comenzaría a viajar y no me detendría hasta llegar a México. Sentía que todo era mágico, la fuerza natural me guiaba y yo estaba convencida de hasta donde llegaría. Había decidido comenzar de nuevo y tenía todas las puertas abiertas, sólo debía elegir cuál de ellas quería atravesar. Yo sólo seguía repitiendo convencida: a fin de año me voy para México y no sé cuando voy a volver. Yo estaba hablando en serio, pero muchas personas creyeron que sólo era un sueño, tal el caso que no se despidieron.

El caso de Camilo es distinto, él es mexicano y para cuando lo conocí llevaba 7 años viviendo en Argentina. Ese año (2012) surgió todo el movimiento Yo Soy 132 y el bichito de regresar a vivenciar el país que lo vio nacer tomo más fuerza. No pensábamos hacer el viaje juntxs al principio, pero con el correr de los meses y el llegar a comprendernos tan bien, hizo que nos lanzáramos a recorrer el continente junto al otro.

Entre tantos cambios y procesos por los que fuimos pasando (y por los que estamos atravesando y seguiremos)  se fue dando solo y de manera progresiva, el cambio de hábito de alimentación. Hace poco hicimos un post respecto de la Alimentación Consciente. Nos fuimos dando cuenta del todo, vivir en armonía con lo que nos rodea dejó de ser una utopía y comenzó a gestarse de manera real, y eso nos hizo cambiar nuestros hábitos por completo: alimentación, higiene, medios de transportes. Éramos conscientes y ya no podíamos seguir ajenxs. Hoy puedo decir que como mejor, siento mi cuerpo y mi pelo dura por más tiempo “limpio” y además! gasto mucho menos dinero que antes.

Pasamos de trasladarnos de autobús en autobús, a hacerlo de auto- stop, y hace un tiempo decidimos que vamos a viajar en bicicletas de bambú por México (aventura que comenzaremos en los primeros meses del próximo año, sin fecha decidida).

 

 

Una de las razones por las que deseaba conocer México, era para aprender más de las culturas que la habitaron y aún habitan su territorio. Por lo que aprender una de los 67 lenguas indígenas, era algo que tenía en mente. Es por eso que, entre otras cosas, nos gustó la idea de quedarnos unos meses en San Cristóbal de Las Casas y aprender tzotzil. No voy a mentir y decir que mi tzotzil es súper fluido y claro (sobre todo con lo complejo que resulta tirar consonantes al aire) pero me siento feliz de poder comunicarme y hacerme entender.

 

Del camino, de los destinos, de la “blog-esfera” … Una de las cosas que más agradecemos es la posibilidad de conocer tanta gente linda, con la que podemos compartir tardes, momentos y espacios. El Viaje nos regaló por sobre todas las cosas, unxs invaluables amigxs y hermanxs alrededor del mundo.

 

Aprendimos que no necesitamos grandes cifras de dinero ni espacios grandes para estar cómodxs y a gusto. Me volví fanática de los pequeños pueblos, y aunque hay cosas increíbles en las “grandes ciudades” sé que ya no volvería a vivir en una (aunque siempre hay cosas que se extrañan de Buenos Aires) Aprendimos a disfrutar de las pequeñas cosas y es por eso que amamos el tiempo que estamos pasando en San Cristóbal de Las Casas.

 

 

Aprendimos (y seguimos aprendiendo) a viajar a otra velocidad, tomarse el tiempo para entender, para conocer y para ser parte de cada lugar nuevo que conocemos. Queremos ser dueñxs de nuestro tiempo, y queremos avanzar como producto de nuestro esfuerzo. Es por eso que comenzaremos a viajar en bicicleta. Ya no viajamos por movernos, por viajar en sí, por conocer. Viajamos porque entendimos que así es como queremos vivir.

 

Claro que hubo alti-bajos en estos dos años de viaje, hubo momentos en que nos preguntamos qué estábamos haciendo, quién nos había mandado a meternos en esto! Hubo momentos en que nos enfermamos, en que el dinero apenas alcanzaba para el día. Recuerdo lo mal que la pasamos en Potosí (Bolivia) cuando nos enfermamos o lo difícil que era levantarse e ir a hacer malabares en Cartagena (Colombia) en ayunas y con el sol sin darte respiro. Pero esas cosas nunca nos detuvieron, al contrario, nos hicieron ir buscando la vuelta. Nos enseñaron a mirar las cosas desde otra forma. Mirando atrás hay muchas cosas que haríamos distinto, pero ese camino nos trajo hasta aquí, y aquí y ahora es donde realmente deseamos estar.

El viaje te cambia: Sí! Suena cliché, pero es real. Si unx abre la perspectiva, se deja llevar por las oportunidades y se permite salir de los planes. Entonces estará ante la oportunidad de re-descubrirse, conectarse y aprehender constantemente, de igual modo hay gente que viaja por todo el mundo y ve sin mirar, oye sin escuchar y toca sin sentir. No significa que debemos alejarnos mucho de nuestro lugar de origen, pero sí creo que debemos alejarnos de los pre-conceptos, de encasillar, de etiquetar, de generalizar y sólo así cuando nos hayamos despojadxs de todo, estaremos realmente en viaje.

 

 

 

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