Aprendiendo a viajar en bici… Las mil y una dudas que tenía comenzaron a responderse apenas me subí a la bici y comencé a pedalear. Pero ya no ese pedaleo de práctica de una horita o dos, sino el verdadero, el que me llevaría de un punto a otro entendiendo por fin esta nueva manera de viajar…

 

 

ACLARACIÓN: Nosotrxs somos antes que nada viajer@s, disfrutamos muchísimo de estos casi 3 años con mochilas al hombro y pulgar levantado al costado de la ruta. Pero como seres inquietos que somos, un día nos dimos cuenta que nos gustaría probar eso de viajar en bici y he aquí en eso estamos ahora. No somos ciclistas de alto rendimiento (no es ese el fin de este viaje) vemos a la bici como un medio, como una filosofía de vida, y como un aprendizaje y canal de superación personal. Esto es para nosotrxs otra manera de ver EL VIAJE. No queremos ir rápido, por algo nuestra frase de cabecera es: «Vamos lento porque vamos lejos«. No queremos romper ningún récord, ni rompernos las piernas por llegar rápido o en poco tiempo a ningún lado. Tenemos estipulado como mínimo dos años para llegar a Argentina, pero si nos lleva más tiempo no nos importa porque lo hacemos por placer, la meta es una excusa. El camino es el destino. Lo hacemos para conocer y compartir experiencias, culturas y conocimientos. Antes la mochila era nuestra casa, ahora lo es nuestra bici.

 

 

Después de los primeros metros de andar con cierto temblor, se va ganando confianza, se va entendiendo. Pareciera que en realidad toda la vida se hizo esto. Todo va tomando sentido.

 

 

Las subidas y ni hablar de las constantes son la pesadilla (y más a casi 3000 msnm) pero a la primera bajadita la sonrisa vuelve a la cara y reafirmas que todo vale la pena.

En las bajadas estas atento, el ir con peso hace que rápidamente agarres velocidad.

El tiempo comienza a pasar de otra manera, el camino ya no está de paso, es el protagonista.

 

 

Si querés tomar agua parás, si querés tomar una foto la tomás. No hay que pedirle permiso a nadie.

 

 

Aprendés a diferenciar las bocinas de buena onda y aliento a las de “fuera del camino”. La bici es un vehículo, va lento sí pero hay que respetarlo porque encima va un ser vivo.

Comenzás a tomar con pinzas los comentarios de la clase de: faltan “15 minutos”. Sí, 15 minutos en auto…

El bambú del cuadro amortigua muchísimo las imperfecciones del camino! Le das un beso después de cada bache ineludible.

Descubrís que sos más fuerte de lo que piensas y tenes más fortaleza, voluntad y paciencia de la imaginabas.

 

 

En resumidas palabras el primer día del viaje salimos a la ruta el jueves bien temprano por la mañana. Optamos por el camino más largo, pero a su vez más tranquilo. Llegamos a Xochimilco y pudimos admirar las trajineras y lo que queda del lago. La parte urbana del Distrito Federal se fue haciendo cada vez más pequeña. Sabíamos que salir del valle y para dejarlo atrás había que llegar casi hasta los 3000 metros de altura.

 

 

Era un camino en subida y constante. Las primeras subidas las hice encima de la bici hasta que no pude, por la altura y la contaminación mi respiración era pésima. Cuando por fin llegaron las bajadas sentí que duraron 5 minutos en comparación con las 6 horas que nos llevó llegar hasta ahí. Llegamos a Tepoztlán caído el sol, las piernas no daban para más, los brazos pesaban (la bici ni hablar) y habíamos recorrido 103 km en nuestro primer día de pedaleo (para algunas personas será poco, pero para nosotrxs fue un montón) Nos fuimos a dormir pensando que al otro día no íbamos a poder mover ni un centímetro de cuerpo sin sentir dolor, pero para grata sorpresa no nos dolía NADA. Las montañas nos habían recargado de energía e hicimos los 7 km restantes hasta Amatlán sin ningún problema. Eso sí, apenas abrimos las alforjas comenzamos a regalar ropa!

 

 

La paciencia se trabaja a cada minuto en la ruta, la tolerancia y la perseverancia también. El camino es largo y todavía falta mucho por aprender en esto de viajar en bici.

 

 

 

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